diciembre 22, 2024 Reflexiones de una hereje
En resumen, no aprecian la vida.
Por eso solo saben reprimirla.
Una mentalidad estrecha. Simplemente exigen conformidad
En el fondo, todos actuamos por interés propio.
Según algunos, esto es un mal absoluto.
Pero es precisamente gracias a este mecanismo por lo que todo el sistema de producción funciona.
Por desgracia, muy a menudo nos encontramos con personas que tienen una concepción extraña del significado de «los demás».
De hecho, hay quienes, sin tener derecho a hacerlo, se insinúan abusiva y prepotentemente en los pliegues de la vida de los demás, intentando condicionarlos según cánones completamente arbitrarios de su propia filosofía, que a menudo no corresponden a las necesidades de nadie más que a las suyas propias.
El mundo moderno simplemente ha fracasado porque elimina la individualidad.
Lleva invariablemente a la sociedad al colapso final y a la pobreza.
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Para hacer del mundo un lugar mejor, no es necesario crear dogmas que limiten las opciones individuales o las orienten hacia concepciones existenciales específicas.
Por supuesto, son necesarias las normas para evitar la anarquía total.
Pero los gobiernos, como entidades abstractas, no son omnipotentes.
Especialmente sus burócratas, acostumbrados a actuar de forma esquemática, nunca podrán utilizar su talento e imaginación.
Simplemente son incapaces de ir más allá de su propio limitado horizonte.
Algunos, invariablemente a lo largo de los siglos, insisten en controlar todos los aspectos de la vida.
Simplemente exigen conformidad.
No les gusta la confrontación ni la disidencia.
No tienen talento y no quieren admitirlo.
Son fríos, vacíos, ajenos, desapegados, como robots.
No saben transmitir ninguna emoción.
En resumen, no les gusta la vida.
Por eso solo saben reprimirla.