Una actitud malsana

enero 7, 2025 Reflexiones de una hereje

Los italianos perdonan todo, menos el éxito.

«Enzo Ferrari»


Una actitud malsana

Una actitud malsana
Una actitud malsana…

En Italia sigue habiendo mucha gente que no soporta a quien triunfa por sus méritos.
Simplemente porque es claramente mejor que los demás.

Aunque reconocen sus capacidades, siempre encuentran alguna excusa para menospreciarlo.
Por ejemplo, malinterpretan cada uno de sus actos o declaraciones.

En resumen, el problema es que a la inmensa mayoría de los italianos no les gusta el éxito de los demás.
Un fenómeno que se ha ido acentuando con los años.

En general, la gente tiende a desconfiar mucho de los que son «ganadores».
Esta actitud parece estar cada vez más extendida con el paso de los años.

Es una actitud malsana que hoy en día se manifiesta de manera cada vez más evidente y se lleva al extremo.

No les gusta el empresario que se ha hecho a sí mismo, el cantante o actor con talento, el deportista ganador.

Esta actitud también se manifiesta en la vida cotidiana.
No les gusta el que es el mejor de la clase, el que sabe hacer bien su trabajo, el más encantador.

Antipatía, sospechas, conjeturas.
Sobre todo, diatribas.

Y las justificaciones de los que «no lo consiguieron».
A menudo, estas justificaciones suenan a coartadas de sus propias derrotas.
O, al menos, de las «no victorias».

Pero no son más que los sentimientos más humanos.
La envidia.

Por eso muchas buenas ideas y proyectos, a veces incluso excelentes, acaban en el aire.
Por la extendida mentalidad marxista de envidiar lo bueno que hacen los demás.
Y luego querer destruirlo denigrándolo.

Esta actitud se ha generalizado en todos los ámbitos.

Siempre se tiende a nivelar todo hacia abajo, como se hacía en la Unión Soviética.
En cuanto alguien hace algo bueno, se le margina, se le destruye y luego se burlan de él.

Italia se ha convertido en el país que odia y destruye la excelencia.
Traten de recordar lo que teníamos y, sobre todo, lo que éramos en los años ochenta : la excelencia industrial, la vanguardia de Olivetti, el primer polo químico del mundo, Montedison, el «Made in Italy» como marca ganadora, la salud de las empresas Enel, SIP/Telecom y del sector del automóvil, primero en Europa.

¿Qué queda de todo esto?
Nada.

Entonces, ¿sigue mereciendo la pena invertir en Italia?
En absoluto.

Por otra parte, la envidia va de la mano de una hipercompetitividad malsana.
Se manifiesta cuando uno ya no es capaz de reconocer el valor del trabajo de los demás.

Suele desencadenarse cuando faltan valores fundamentales en la sociedad y se cree que todo se puede conseguir con engaños.
En otras palabras, cuando hay una falta total de meritocracia.