noviembre 13, 2024 Reflexiones de una hereje
Es un mundo que se deteriora.
Un pueblo resignado. Ahora se percibe despreocupación y indiferencia

Hasta hace unos años estaba orgullosa de ser italiana.
Me gustaba sentirme parte de lo que, en ese momento y de manera ingenua, creía que era un gran país.
Me gustaba Italia, me gustaban los italianos.
Aunque les veía muchos defectos, los consideraba generosos, amables y tolerantes con la diversidad cultural, étnica y religiosa.
Sin embargo, nunca fue como la imaginaba.
Ahora, cuando abro (cada vez con menos frecuencia) un portal de noticias italiano, casi siento desaliento y fastidio.
Es como si un restaurante en el que solíamos comer bien hubiera cambiado de gestión y se hubiera convertido en un McDonald’s cualquiera, como si en lugar de un banco tranquilo en medio de un parque verde ahora hubiera un baño público.
No sé si a otras personas les pasa lo mismo, pero me siento realmente mal por esta degradación y cada vez peor.
Es un mundo que se deteriora, que se desconcha, en el que los escombros se desprenden de la pared y nadie hace nada.
Esta es la sensación que más me consterna.
A estas alturas se percibe claramente el abandono, la indiferencia y la resignación de una gente que ha perdido toda esperanza y se ha convertido en un pueblo sin identidad, sin sueños, que ya no tiene más que ganar la lotería o participar en un reality show.
Exactamente como cualquier país del llamado Tercer Mundo.