octubre 4, 2024 Internet y vida virtual, Erotismo de autor
Nada más entrar en el mundo virtual, todo se viene abajo.
Un mundo al revés
Lo virtual ha cambiado definitivamente la escala de valores de todo lo que se considera «privado».
Fuera de este mundo, la gente no tiene reparo en dar su nombre, su edad o el lugar donde suele pasar las vacaciones.
Hay confidencialidad, y con razón, a la hora de compartir intimidad y aspectos más personales de la vida familiar, sentimental o sexual.
Pero en cuanto uno entra en el mundo virtual, se convierte en un mundo al revés.
Entonces uno describe con todo lujo de detalles sus vicios, sus juergas, sus rencillas familiares, sus problemas psicológicos, sus dudas, sus esperanzas, sus sueños y toda una serie de cosas que, en el mundo real, cualquiera evitaría exponer.
En el mundo virtual, cosas tan normales como el nombre, la edad o el lugar de vacaciones suelen ser un misterio.
Y si se muestra el cuerpo, a menudo sin velos, el rostro se convierte en la parte más privada, reservada solo a unos pocos íntimos.