Un cuento de hadas moderno. No es nada fácil encontrarse con un ogro

noviembre 2, 2024 Reflexiones de una hereje

De niña, todas las personas que conocía eran como personajes fantásticos e imaginarios de un mundo de hadas.

«Veronica Baker»


Un cuento de hadas moderno. No es nada fácil encontrarse con un ogro

Un cuento de hadas moderno. No es nada fácil encontrarse con un ogro
Un cuento de hadas moderno. Aquella niña escuchó durante horas…

Érase una vez una niña con el pelo color titiana, largo y liso, con una trenza que le caía sobre un hombro.

No era ni la más guapa ni la más fea, ni la más tonta ni la más lista, ni la más rica ni la más pobre.

Como a todas las niñas, le encantaban los cuentos de hadas, que escuchaba con mirada encantada en un escenario de gnomos, enanos, dragones, caballeros, brujas y ogros, del que su madre era incansable directora, escenógrafa y actriz.

La niña la escuchaba durante horas, con los ojos muy abiertos y la boca siempre asombrada.

Le gustaban todos: de Caperucita Roja a Cenicienta, de Los tres cerditos a Pulgarcito, de La Bella Durmiente a Hansel y Gretel, y muchos más.

Su favorito, sin embargo, era Blancanieves, porque cada vez que su madre le contaba este cuento de hadas lo hacía de una manera distinta, por lo que el final siempre era diferente.

Los niños mezclan los sueños y la realidad con mucha facilidad: todo a su alrededor es más grande, más colorido y más intenso, y la gente siempre parece ser toda buena.

Gracias a los cuentos de hadas de su madre, la niña nunca supo cuánta maldad y dolor acechaban en el mundo.
De niña, todas las personas que conocía eran como personajes fantásticos e imaginarios de un mundo de hadas.

Y cuando se hizo adulta, primero niña y luego mujer, su corazón siguió siendo siempre el de la niña de ojos encantados que escuchaba absorta a la luz de la luna.

Hasta que llegó… ¿un ogro?
No, desde tiempos inmemoriales en el mundo de los cuentos de hadas, los ogros se dedican a despertar a los niños que aún viven en su dorado mundo de sueños.

Tienen su propia dignidad y, sobre todo, cumplen la tarea que se les asigna con presteza y responsabilidad.
Por eso no es nada fácil encontrarse con un ogro en un cuento de hadas moderno.

Es mucho más fácil toparse con Pulgarcito difundiendo en Internet fotos de luces rojas como si fueran guijarros, u observar a la Bella Durmiente esperando en un destartalado apartamento de una sola habitación en una guêpière a que llegue el Príncipe Azul.

O encontrar a Cenicienta en la calle a medianoche, semidesnuda y sin sus zapatillas de cristal, entregando a Caperucita Roja las ganancias de su última noche de trabajo; o de nuevo, a Hänsel y Gretel regentando una casa de citas hecha de mazapán, donde a la entrada la Niña de las Cerillas vende sueños encerrados en una bolsita de polvos blanquecinos.