Un esclavo perfecto, un hombre biónico sin alma ni ambición que solo quiere servir y estar agradecido a su amo, la élite explotadora.
Las aplicaciones tecnológicas ya están presentes en nuestras mentes y cuerpos.
Pero las del futuro próximo serán indistinguibles de las naturales.
La frontera entre lo natural y lo artificial, y viceversa, se difumina en un laberinto de pensamiento del que no es fácil escapar.
Quienes creen saber cómo funciona la naturaleza en su totalidad o son soberbios o saben algo que se guardan para sí mismos.
El hecho es que nos encaminamos hacia nuestra propia manipulación sintética, gracias a la eficaz operación de propaganda llevada a cabo a través de los medios de comunicación controlados.
La simetría, las proporciones áureas, las capacidades extrahumanas y la ausencia de defectos son cualidades que todo el mundo persigue ahora con incesante dedicación.
Los antiguos romanos preferían la fruta podrida a la intacta porque sabían que esta era más dulce y madura.
Con los seres humanos ocurre lo mismo.
Los defectos, las irregularidades y las particularidades son fuentes de inmenso interés, al igual que las debilidades, que son profundamente humanas y profundamente bellas.
