diciembre 21, 2024 EcoAnemia, Gran Reinicio
Si vis pacem para bellum.
«Vegecio – Epitoma Rei Militaris, Libro III, Prólogo».
Si vis pacem para bellum. El final solo podía ser ese

Hace unos meses me enteré de que la empresa fundada por mi padre, de la que no era socio desde hacía más de una década, había quebrado tras casi 40 años de honorable actividad.
La noticia no me sorprendió.
Llevaba varios años en crisis, ya que el sector en el que operaba (automatización industrial) se encontraba en estado comatoso en Italia.
El golpe final les ha derribado.
Su modelo de negocio nunca cambió.
Además, los conocimientos técnicos de los socios fundadores, que se fueron retirando progresivamente de la vida de la empresa al jubilarse por límites de edad o por motivos graves de salud, no se transmitieron a los nuevos socios sucesores: simples vendedores (cuando iba bien) sin arte ni parte, que solo pensaban en el beneficio inmediato.
El final solo podía ser ese.
¿Visionaria?
No, simplemente realista.
Marzo 25, 2013
Hace unos años, casi nadie era consciente de lo que ocurría entre bastidores.
Sin embargo, personalmente, sentía que las cosas estaban a punto de cambiar radicalmente.
Desde el principio de mi carrera laboral, por razones de prudencia y basándome sobre todo en conocimientos que más tarde resultaron ser correctos, siempre asumí que nunca recibiría una pensión.
Así evitaba depositar vanas esperanzas en algo extremadamente incierto.
O de esperar la benevolencia de algún gobierno.
Así, ante la necesidad de «estar en el mercado» de por vida, tuve que reflexionar profundamente sobre los posibles escenarios futuros de nuestra sociedad.
Me organicé para afrontar una situación muy distinta a la que hemos conocido hasta ahora.
Esta actitud me ha salvado, al menos por ahora.
Casi todos mis conocidos, en cambio, están sufriendo enormemente las consecuencias de la crisis actual.
Un error básico
A menudo, sus vidas se deslizan inexorablemente hacia el trabajo y la quiebra personal.
La razón principal de esta caída vertical radica en la creencia de que la actual crisis económica se debe únicamente a cuestiones financieras y de que, tarde o temprano, las cosas volverán a ser como antes.
En realidad, el problema financiero es solo un aspecto de esta crisis.
Es simplemente el más evidente y fácil de percibir.
No poder ir más allá de la superficie nos impide comprender que esta crisis es el resultado de la convergencia de diferentes factores que han provocado cambios profundos en los estilos de vida, el consumo y las prioridades.
Incluso cuando se resuelva la crisis financiera, estos cambios serán irreversibles.
Nos encontraremos en un mundo diferente del que hemos conocido y en el que, a veces, hemos prosperado.
Hace treinta años, las tecnologías de la información aún no habían entrado en la vida de la gente corriente, la globalización era todavía una idea lejana y la robótica estaba dando sus primeros pasos.
Además, la población era más joven, con menos jubilados y más empleados, y el coste de la energía era mucho menor.
Toda la sociedad estaba estructurada según los paradigmas del capitalismo industrial.
Las cosas, como se suele decir, han cambiado profundamente.
Sin embargo, la estructura de la sociedad solo se ha adaptado parcialmente a estos cambios.
Como resultado, se ha producido una discrepancia entre el mundo real y la cultura popular.
Este desajuste produjo tensiones que, catalizadas por la persistente crisis financiera, condujeron al «colapso» del sistema.
Cuando un sistema se quiebra, se forman nuevos equilibrios.
Comprender estos nuevos equilibrios es fundamental para afrontar con éxito el futuro.
Innovación, renovación y personalización

Cuando oigo a alguien quejarse del hundimiento de su volumen de negocio, siempre le hago una pregunta sencilla : «¿Cómo ha cambiado su negocio en los últimos años?».
Suelen responder que no ha cambiado nada, que no han introducido ninguna innovación ni reestructurado el negocio.
Incluso si la gente volviera a consumir, estarían aislados del aumento del consumo.
Su empresa ya no responde a las necesidades de un mercado muy distinto del que ellos imaginan.
Hace unos cinco años, cuando hablaba de esto en mi blog, ya apuntaba estos cambios que se producirían en los años siguientes.
Todos mis interlocutores estaban de acuerdo conmigo.
Pero creo que lo hacían más por educación que por otra cosa.
Pensaban que era una loca, una visionaria o, en el mejor de los casos, una iconoclasta.
El tiempo, en cambio, me ha dado toda la razón en todo lo que he dicho desde entonces.
Sin embargo, incluso ante la evidencia, la gente sigue hablando en general de la crisis, echando la culpa a los políticos, a los bancos, a la recesión económica…
La pereza intelectual, unida a una presunción injustificada, les está abocando al fracaso.
En su momento, sostuve que la industria ofrecería tal variedad de productos en todas las gamas de precios que ya no sería necesario un artesano tradicional.
El artesano tendría que cambiar de enfoque.
Ya no vendería un producto, sino un servicio personalizado.
Si, por el contrario, se hubiera centrado exclusivamente en la producción, la industria la habría aniquilado en poco tiempo.
Una guerra entre artesanos e industriales librada exclusivamente en torno al producto sería evidentemente desigual, dada la disparidad de fuerzas.
Muchos lucharían convencidos de que su producto era mejor que el industrial y de que la calidad daría sus frutos.
Pero la industria, junto con productos mediocres, también ofrece productos excelentes.
Otros insistían en que, a diferencia de la industria, ellos podían fabricar los productos en las tallas requeridas por el cliente.
Sin embargo, la industria también puede ofrecer productos a medida gracias a las máquinas CNC.
Estaban totalmente divorciados de la realidad.
Además, yo insistía en aconsejarles que se prepararan para una batalla inminente e inevitable.
Pero ninguno de ellos tomó decisiones inteligentes, sin las cuales no tendrían futuro.
No se trataba de inversiones que hubieran implicado instalaciones, activos fijos o maquinaria.
Para ello habrían necesitado fondos de los que no siempre disponían.
Se trataba más bien de inversiones de naturaleza principalmente intangible.
Invertir en uno mismo, adquirir los conocimientos que le permitieran prestar los servicios que exigía el nuevo mercado.
Según mi tesis, para obtener resultados, era necesario cambiar la mentalidad y ser conscientes de que el mero suministro de un producto debería sustituirse por la prestación de un servicio a medida.
Era necesario ocupar esos pequeños nichos de mercado que la industria china o los competidores no serían capaces de satisfacer.
La importancia de la imagen
La crisis está ahí y es devastadora.
Pero la inmensa mayoría de la gente está pagando el precio de su ceguera, su falta de innovación y sus inversiones totalmente equivocadas.
Para que nos hagamos una idea: un televisor de plasma cuesta 300 dólares y dura cinco años.
Al mismo tiempo, en 5 años, pagar la suscripción a Sky cuesta 3000 dólares.
En la práctica, el contenido cuesta 10 veces más que el medio.
Lo mismo ocurre con un ordenador.
Un solo programa (sobre todo si está personalizado) cuesta más que el ordenador en el que se va a ejecutar.
Además, es esencial recordar siempre que esta es la época de la ligereza, de lo inmaterial, del just in time, de la imagen, de la atmósfera, del vacío, de la apariencia.
Por lo tanto, quienes esperan vender solo productos o servicios de calidad, incluso con conocimientos superiores a los de la competencia, están condenados al fracaso.
Hoy en día, lo que se necesita es diferente.
Se necesitan emociones, sueños, momentos únicos.
Esto requiere un enfoque completamente distinto al utilizado en el pasado.
Por supuesto, esto requiere un cambio radical en las estrategias profesionales.
El verdadero capital
Está compuesto por tres elementos.
Conocimiento, relaciones y liquidez.
El conocimiento es, obviamente, crucial.
Hay que saber hacer las cosas mejor que los demás, conocer los procesos, los materiales y los mercados.

Las relaciones basadas en la confianza y la fiabilidad permiten adquirir constantemente nuevos clientes.
La liquidez, que hoy en día es terriblemente escasa y no está principalmente en manos de Estados o bancos, sino de grandes grupos industriales privados, permite esa tranquilidad sin la cual es difícil trabajar de forma independiente y que, sobre todo, nos permite rechazar todo lo que no nos gusta.
Si tienes liquidez y conocimientos, puedes conseguir cualquier cosa.
Si tienes relaciones y conocimientos, tienes mercado.
Además, la ausencia de una estructura empresarial pesada reduce drásticamente los costes fijos.
Esto significa que, si escasea la mano de obra, los ingresos disminuyen.
Aun así, no se producirían pérdidas.
Quiero terminar aconsejando a todos los que sienten la crisis con fuerza que se tomen unas largas vacaciones.
Les aconsejo que se tomen su tiempo para reflexionar.
Deberían preguntarse si su negocio tiene futuro más allá de la crisis.
O si el descenso del consumo no ha agravado problemas que habrían surgido de todos modos.