Metáforas peligrosas. La primera noche la pasó en un gran sillón…
«Aunque el sofá era bastante espacioso, Tomáš decía a sus amantes que no podía dormir en la misma cama con otra persona y, pasada la medianoche, las llevaba a todas a su casa.
Al fin y al cabo, cuando Tereza le visitó por primera vez con gripe, él no había dormido con ella.
La primera noche la pasó en un gran sillón ; las demás, iba a su estudio en el hospital, donde tenía un sofá que utilizaba en los turnos de noche.
Esta vez, sin embargo, se durmió junto a ella.
Por la mañana, cuando se despertó, se dio cuenta de que Tereza, aún dormida, le cogía de la mano.
¿Se habían cogido de la mano así toda la noche?
Le parecía poco creíble.
Ella respiraba profundamente dormida, le agarraba la mano con firmeza y él no podía quitársela de encima.
Junto al sofá estaba su maleta exageradamente pesada.
No se atrevió a soltarle la mano por miedo a despertarla, así que, con mucho cuidado, se puso de lado para verla mejor.
De nuevo se le ocurrió que Tereza era una niña a la que alguien había metido en un cesto embadurnado de brea y abandonado a su suerte.
Seguramente no se podría dejar una cesta con una niña a la deriva en las agitadas aguas de un río.
Si la hija del faraón no hubiera sacado de las aguas la cesta con el niño Moisés, no habría habido Antiguo Testamento ni civilización alguna.
¡Cuántos mitos antiguos comienzan con el rescate de un niño abandonado!
Si Pólibo no hubiera acogido en su casa al joven Edipo, Sófocles no habría escrito su tragedia más hermosa.
Tomáš no se dio cuenta entonces de que las metáforas pueden ser peligrosas.
Con las metáforas no hay que bromear.
