La verdadera historia del futbolín. Nadie reconoció nunca sus derechos sobre la patente

septiembre 24, 2024 Modo personajes historias comunes

Lamentablemente, nadie reconoció nunca sus derechos sobre la patente.

«Veronica Baker»


La verdadera historia del futbolín. Nadie reconoció nunca sus derechos sobre la patente

La verdadera historia del futbolín
La verdadera historia del futbolín. La creación de un juego de futbolín que pudiera ser utilizado fácilmente incluso por quienes habían sufrido graves mutilaciones…

La verdadera historia del futbolín está estrechamente ligada a la Guerra Civil española y a una persona de mentalidad liberal que lo patentó por primera vez.

Alejandro Finisterre nació en Fisterra (Galicia) en 1919, hasta que a los cinco años se trasladó a La Coruña.

A los quince se mudó a Madrid para estudiar, al tiempo que empezó a acercarse al mundo anarquista, que abrazó definitivamente en 1936, con el estallido de la Guerra Civil.

Pocos meses después del inicio del conflicto, fue víctima de un atentado.

Abrumado por los escombros del edificio en el que vivía, fue trasladado al hospital, donde, junto a los numerosos heridos del frente, había muchos niños heridos en el bombardeo.

Muchos tenían heridas muy graves y a menudo estaban mutilados de las piernas.
Alejandro pensó entonces que nunca más tendrían la oportunidad de hacer muchas cosas, como jugar al fútbol.

Entonces se le ocurrió una idea ingeniosa, inspirándose en el tenis de mesa : crear un juego de fútbol «de mesa» que pudieran utilizar fácilmente incluso los que habían sufrido graves mutilaciones.

Pero la historia del nacimiento del futbolín no acaba aquí, sino que continúa de forma turbulenta, tan turbulenta como lo fue la vida de Alejandro Finisterre en aquellos años.

De hecho, cuando se acercaba el final de la Guerra Civil, se vio obligado a huir a Francia para escapar de la persecución franquista.
Pero la propia Francia encarceló a muchos de los exiliados que cruzaban los Pirineos, y fue mientras huía a Francia cuando perdió su patente de billar.

Lo condenaron y encarcelaron en Marruecos durante cuatro años; luego lo liberaron y se trasladó primero a Ecuador y después a Guatemala, donde tuvo que adaptarse a hacer todo tipo de trabajos, desde albañil hasta bailarín de claqué.

Sin embargo, pronto fue detenido en Guatemala tras el golpe de Estado de Carlos Castillo Armas en 1954.
Fue condenado a regresar a España, pero durante el vuelo de vuelta a Madrid consiguió liberarse fingiendo ir armado (se cuenta que fabricó una pistola con una pastilla de jabón) y secuestró el avión, refugiándose primero en Panamá y luego en México.

Allí se enteró del gran éxito que estaba teniendo el futbolín en la Europa de la época, pero, lamentablemente, nadie le reconoció nunca los derechos sobre la patente, que entretanto ya había sido registrada por otros fabricantes españoles de futbolines.

Finalmente, tras la muerte de Franco en 1975, regresó a España, donde falleció en 2007.