En Italia, ni siquiera las cosas legales se pueden obtener por medios legales.
Incluso estas se obtienen por medios ilícitos : favor, recomendación, presión, chantaje, etc.
El hombre astuto está convencido de que es inteligente…
La astucia puede ser un sustituto de la inteligencia para compensar la incapacidad o la falta de medios, pero solo por poco tiempo.
Pero dura poco.
A veces es la falta de inteligencia lo que hace a alguien listo, aunque los resultados así obtenidos no tengan ciertamente el sabor ni el honor de la victoria.
Pero el listo no conoce la alegría profunda de quien llega a la meta con lealtad; no saborea ni ve el color.
A la larga, el uso sistemático acaba provocando una pérdida irreparable y definitiva de la reputación social.
Es solo cuestión de tiempo.
Y cuando ya nadie confía en él, cuando la gente ya le considera un «listillo» indigno de confianza e indeseable, entonces ya no hay astucia que pueda compensarlo.
Solo entonces el «listillo» empieza a darse cuenta y a preguntarse si realmente valía la pena.
Al final, la astucia siempre se revela como lo que es: la estrategia de los miserables.
