octubre 10, 2024 Historia oculta
Este asunto demuestra lo antigua que es la tradición de las multinacionales farmacéuticas de vender productos peligrosos, contra todo juicio razonable y a pesar de las advertencias apremiantes, con el único fin de generar beneficios fáciles.
Heroína. Antigua tradición de las multinacionales farmacéuticas de vender productos peligrosos
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En primavera de 1912, Bayer inició una campaña publicitaria en periódicos españoles sobre los efectos beneficiosos de uno de sus nuevos fármacos, la heroína.
Poco después de su lanzamiento comercial, los médicos se dieron cuenta de lo adictiva que era.
Pero Bayer seguía encargando anuncios en los que aparecían sobre todo niños, en los que se recomendaba incluso para simples irritaciones de garganta.
Pronto no hubo enfermedad para la que no se recomendara la «fórmula mágica» : esclerosis múltiple, asma, cáncer de estómago, epilepsia, esquizofrenia, cólicos intestinales.
Se distribuyeron miles de muestras gratuitas a los médicos.
Y cuando los críticos cuestionaron la seguridad del «medicamento comodín», el entonces director ejecutivo de Bayer, Carl Duisberg, ordenó a sus empleados que «silenciaran» a los alborotadores :
«No podemos tolerar que el mundo piense que promovemos por descuido fármacos probados de forma inadecuada».
El éxito comercial de la heroína sentó las bases del ascenso de Bayer, que originalmente producía pinturas, a multinacional mundial.
Este asunto demuestra lo antigua que es la tradición de las multinacionales farmacéuticas de vender productos peligrosos, en contra de todo juicio razonable y a pesar de las advertencias apremiantes, con el único fin de generar beneficios fáciles.
Corría el año 1874 cuando el químico y físico inglés C.R. Wright, sintetizó la heroína en las instalaciones de la Facultad de Medicina del Hospital St. Mary de Londres, al mezclar e hervir morfina con anhídrido acético.
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Los resultados de las pruebas realizadas en perros y conejos mostraron efectos secundarios desagradables del nuevo compuesto: ansiedad, insomnio y vómitos.
Por ese motivo, Wright abandonó la investigación.
Pero más de dos décadas después, el químico alemán Felix Hoffman realizó nuevos experimentos de laboratorio en la empresa farmacéutica Bayer, bajo la supervisión de otro científico alemán, Heinrich Dreser.
Ambos descubrieron que la sustancia era «eficaz» en el tratamiento de varias enfermedades comunes, resultado que impulsó a Bayer a introducir el nuevo fármaco en el mercado mundial.
Finalmente, se comercializaría no como diacetilmorfina, sino con su nombre más famoso : «Heroína«.
Su producción con fines médicos se inició en 1898.
Vendida inicialmente como sustituto no adictivo de la morfina y, por tanto, también utilizable para tratar la tos, esta nueva «maravilla» pronto estuvo disponible en las farmacias de muchos países de todo el mundo.
Además de para tratar la tos, los médicos pronto empezaron a recetarla a personas que sufrían dolores de cabeza recurrentes o a mujeres que padecían el síndrome premenstrual.
En algunas ocasiones, simplemente se recetaba para tratar un resfriado.
La heroína estaba disponible como medicamento de venta libre, mientras que un extraño programa publicitario enviaba muestras gratuitas a los buzones.
En 1914, la diacetilmorfina también llegó a Estados Unidos.
También estaba disponible con fines médicos, junto con otras drogas de la familia de los opiáceos.
Pero una década más tarde, los efectos de la heroína podían verse en todo el país, para entonces con cientos de miles de adictos «inducidos», algunos de los cuales contribuían al aumento de la tasa de criminalidad en EE UU.
Hasta 1924, Estados Unidos prohibió definitivamente el uso de la heroína con fines médicos.