El CO2 es la materia prima de la vida

enero 11, 2025 Calentamiento global

La forma más rentable de contrarrestar el calentamiento global antropogénico es invertir en la ecologización de nuestros centros urbanos metropolitanos.

«Veronica Baker»


El CO2 es la materia prima de la vida

Cada día, personas incompetentes (que se hacen llamar «científicos») no hacen más que bombardearnos con esta falsa afirmación :

«El CO2 es una sustancia contaminante».

Dudo seriamente que la mayoría de la población (totalmente desinformada sobre los hechos) aceptara esta postura si comprendiera que el CO2 es en realidad un requisito previo para la vida y que la producción mundial de alimentos se incrementará en billones de dólares en las próximas décadas debido al aumento constante de los niveles de CO2.

Menos aún la aceptarían si comprendieran que ya hace más de un siglo Svante Arrhenius, premio Nobel y padre de la hipótesis del aumento de los gases de efecto invernadero, predijo que:

«Gracias a la influencia del creciente porcentaje de dióxido de carbono [es decir, CO2] en la atmósfera, podemos esperar vivir épocas caracterizadas por climas más estables y confortables, especialmente en las regiones más frías del planeta, épocas en las que la Tierra producirá cosechas mucho más abundantes que en la actualidad, en beneficio de una humanidad en rápida expansión».

En otras palabras, Arrhenius sostenía que la utilización de hidrocarburos por parte de la humanidad y el aumento de las concentraciones de CO2 en la troposfera reportarían importantes beneficios al planeta.

Para demostrar que las predicciones de Arrhenius eran correctas, ilustraré los siguientes ejemplos :

La expansión del reino vegetal
La aceleración de la productividad agrícola
El efecto estabilizador del clima del aumento de CO₂

Todos estos factores se deben al efecto de fertilización por CO₂.

En las plantas, el efecto de fertilización por CO2 se refiere al hecho de que la tasa de fotosíntesis y la eficiencia en la utilización del agua aumentan con las concentraciones de CO2 en el medio ambiente.

En consecuencia, la resistencia a la sequía del reino vegetal mejora de forma natural con el aumento de las concentraciones de CO2 y la mayoría de las plantas producirán más follaje por cada mililitro de precipitación.

Por esta razón, los invernaderos comerciales aumentan artificialmente las concentraciones de CO2 en el ambiente entre tres y cuatro veces más que las concentraciones atmosféricas.

Los datos de teledetección de los satélites han demostrado que, de 1982 a 2015, la expansión del reino vegetal fue equivalente a la adición de más de 20 millones de kilómetros cuadrados de superficie foliar, es decir, dos veces la superficie de Estados Unidos.

Numerosos estudios han demostrado que el reino vegetal se ha beneficiado más en los bosques boreales de las latitudes más altas y en los ecosistemas desérticos semiáridos de las regiones del Caballo.

La imagen inferior muestra cómo la superficie de vegetación en la región ártica se ha ampliado entre un 25 y un 50 % en este corto periodo de tiempo.


El CO2 es la materia prima de la vida
Esta imagen muestra el cambio que ha experimentado la superficie vegetal en todo el mundo desde 1982 hasta 2015.

Por tanto, no debería sorprender que la productividad agrícola mundial también haya aumentado de forma constante con el aumento de las concentraciones de CO₂ atmosférico.

Se calcula que la aceleración de la productividad agrícola mundial debida al crecimiento previsto de las concentraciones atmosféricas de CO2 entre 2012 y 2050 tendrá un valor adicional de 10 billones de dólares (en dólares de 2006) por el aumento de la producción de 45 cereales, frutas y verduras diferentes.



Si tenemos en cuenta que las concentraciones actuales en la atmósfera se sitúan en torno a las 425 ppm y que el límite de saturación del efecto fertilizante del CO2 en la mayoría de las especies vegetales se sitúa entre las 1100 y las 1300 ppm, es razonable suponer que la humanidad solo ha empezado a percibir este beneficio en el ámbito de la producción de alimentos.

Además de este beneficio calorífico, la fertilización con CO₂ también tiene un efecto estabilizador del clima, que se produce con la acumulación de biomasa vegetal e incluye una mayor retención de la humedad del suelo, la siembra de nubes y una mayor tasa de reciclaje de la lluvia.

De hecho, numerosos estudios recientes han estimado que la influencia refrigerante natural del reino vegetal limitó el calentamiento global en aproximadamente 0,5 °C en la década de 1970.

Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que la sustitución de paisajes naturales por infraestructuras urbanas, como aparcamientos y rascacielos (la influencia del calentamiento urbano o UHI, por sus siglas en inglés), tiene un efecto de calentamiento sobre las temperaturas del aire que puede detectarse tanto a escala regional como mundial.



En este sentido, el UHI es una forma de calentamiento global antropogénico e, irónicamente, el efecto fertilizante del CO2 actúa como antídoto.

Así pues, la próxima vez que alguien afirme que el CO2 es un contaminante, recuérdale que Svante Arrhenius, premio Nobel y padre de la hipótesis de los gases de efecto invernadero, también consideraba las emisiones humanas de CO2 como un beneficio para la Madre Tierra.

Las concentraciones actuales de CO2 en la atmósfera son de tres a cuatro veces inferiores al límite de saturación a partir del cual han evolucionado la mayoría de las especies vegetales.
Cualquier aumento de las concentraciones de CO2 por encima de los niveles actuales favorecerá la expansión del reino vegetal terrestre y beneficiará a todas las formas de vida que dependen de él.

La forma más rentable de compensar el calentamiento global antropogénico es invertir en la ecologización de los centros urbanos metropolitanos.