Discusiones, debates y confrontación. Se necesita una mente verdaderamente abierta

octubre 29, 2024 Reflexiones de una hereje

Uno evita sabotear las discusiones si realmente está interesado en aprender algo.
Quienes tienen esa inclinación pueden permitirse cuestionar la cuestión principal.

«Veronica Baker»


Discusiones, debates y confrontación. Se necesita una mente verdaderamente abierta

Discusiones
Discusiones, debates y confrontación abierta. Toda la vida hemos visto a gente «defender su huerto» verbalmente…

Todos tenemos creencias muy arraigadas.
Un puñado de certezas grabadas en piedra.

Todo un sistema de pensamiento entrelazado con la vida cotidiana y diseñado de tal manera que si se desprendiera un solo ladrillo todo el edificio podría derrumbarse.

Las personas inteligentes son capaces de sentarse y determinar racionalmente si una idea concreta está respaldada por pruebas.
Pero la racionalidad no es el único componente de nuestra psique.

De hecho, los argumentos razonables suelen ser desviados por la naturaleza humana.
A lo largo de nuestra vida hemos visto a la gente «defender su huerto» verbalmente.

Así, hemos aprendido ciertas técnicas sin darnos cuenta.
Por ejemplo, la resistencia a procesar la información.

Estas acciones se vuelven habituales con el tiempo hasta convertirse en reflejos condicionados.
Aumentando su poder protector.

Con el tiempo, apenas somos conscientes de las acciones que realizamos por reflejo.
Esta reacción se denomina «disonancia cognitiva«.

Se ofrece a alguien información que no quiere saber porque es demasiado perturbadora.
Seguir insistiendo en el tema podría percibirse como una agresión mental.

Si uno se lleva la peor parte en un debate, una estrategia utilizada es centrarse exclusivamente en una palabra concreta que haya utilizado la otra persona.
Esto puede distraer al interlocutor y así maniobrar la conversación de tal manera que no llegues a la conclusión que estabas a punto de verte obligado a aceptar.

Hay muchos otros métodos para descarrilar un debate.
Por ejemplo, se pueden introducir nuevas ideas sólo vagamente relacionadas con la cuestión central.

De este modo, se puede obligar al interlocutor a tratar cuestiones marginales.
Normalmente, uno no es consciente de que está descarrilando el debate.

Uno simplemente se siente incómodo con el tema de investigación actual y se distancia de las ideas que no le gustan.

También se puede cambiar torticeramente de tema para volver a una zona más cómoda.
Se trata de un hábito traicionero que puede impedirnos adentrarnos en un terreno peligroso, aunque esclarecedor.

Uno evita sabotear las discusiones si realmente está interesado en aprender algo.
Quienes tienen esa inclinación pueden permitirse cuestionar el quid de la cuestión.

Pero para ello se necesita una mente verdaderamente abierta.
No solo de palabra.