Dictadura. La libertad es engullida poco a poco

octubre 7, 2024 Totalitarismo

Lamentablemente, la ignorancia de la historia y de los mecanismos que impulsan la codicia y el ansia de poder típicos de ciertos seres humanos acabará por vencer la arrogancia de todos aquellos que aún creen en la política.

«Veronica Baker»


Dictadura. La libertad es engullida poco a poco

Dictadura
Ningún líder, ni siquiera el dictador más sanguinario, dirá jamás que la suya es una dictadura…

En el mundo occidental, casi nadie conoce realmente el significado de la palabra «dictadura».

Creo que casi nadie es consciente de lo que significa no ser libre (salvo por lo que supone la «farsa del virus»), de cuáles son los mecanismos que conducen a la pérdida de la libertad y de cómo esta solo se hace realidad al final, cuando ya no existe.

Ningún líder, ni siquiera el dictador más sanguinario, dirá jamás que la suya es una dictadura.
Siempre afirmará que es un demócrata y que los antidemócratas son «los otros», los que quieren derrocarle para arrebatar la libertad al pueblo.

Los dictadores siempre hablan solo del pueblo que les dio el derecho a gobernar, pero al final no tienen reparos en sacrificarlo para conseguir poder, privilegios y dinero.

Pero, sobre todo, cuando las cosas giran decididamente hacia lo peor, se escudan en ello para proteger su propia vida y la de sus allegados.

Así ocurrió, por ejemplo, con Mussolini, Hitler, Stalin, Ceauşescu y Pol Pot.

Todos ellos afirmaban dirigir el país por la voluntad de su pueblo, aunque luego lo mataran de hambre y lo exterminaran.
De hecho, hoy en día aún tenemos algunos casos de dictadores que apelan al pueblo como fuente de su derecho a gobernar la nación.

Además, también hay quienes creen que una dictadura debe tener su propio punto de partida, un episodio específico del que se origine, pero ni siquiera esto es cierto.

Ni siquiera después de una revolución, que en sí misma representa un momento trágico y decisivo capaz de marcar un punto de inflexión, comienza una dictadura que no tenga su propio camino, más o menos largo, hecho de conductas, acciones, acontecimientos, que poco a poco la van consolidando.

De hecho, la libertad se va engullendo, decreto a decreto, ley a ley, en pequeñas piezas insignificantes en sí mismas, como en un rompecabezas en el que cada pieza es aparentemente irrelevante, pero en el que, al final, en su contexto y junto con todas las demás, refleja su complejidad.

Por desgracia, la ignorancia de la historia y de los mecanismos que impulsan la codicia y el ansia de poder típicos de ciertos seres humanos acabará por vencer la arrogancia de todos aquellos que aún creen en la política.

Se creen todavía jugadores del juego, cuando hace tiempo que les fue arrebatado de las manos, si es que alguna vez lo tuvieron.

Y si no defienden primero lo que les importa, si realmente les importa el destino de sus hijos, si creen que basta con cambiar a los «señores» que mandan para salvaguardar una frágil democracia, significa que, además de ignorantes, son ingenuos.