octubre 10, 2024 Historias de deporte y de vida
Correr siempre nos recuerda que hemos nacido para correr, cada uno a su manera, cada uno como puede.
(Luca)
Correr. Nuestro cuerpo es una máquina maravillosa
28 de abril de 2021
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Salgo de la casa de mis padres, donde he dormido y he hecho diez minutos de estiramientos, como hago cada mañana.
Son las 7 de la mañana, la mejor hora para ver salir el sol.
El aire es fresco y la temperatura ronda los 20 grados, perfecta para empezar a correr.
El objetivo de esta carrera llamada virtual (en lugar del maratón de Padua aplazado por los motivos conocidos) es de 20 km.
Pero puedes optar por hacer uno de 5 o 10 km.
Lo importante es no ir de listillo y dar una vuelta en bici para luego grabar y enviar los datos registrados por el GPS.
Yo uso mi reloj de pulsera, pero puedes usar cualquier smartphone con localizador de posición (no me preguntes cómo averiguan si has usado la bici…).
Me pongo la camiseta que compré en un supermercado por 5 euros (que irán destinados a fines benéficos) y me pongo el dorsal 3090.
Me aprieto las zapatillas, reviso mis geles (líquidos para ingerir hidratos de carbono y magnesio durante el recorrido… uno cada 45 minutos) y… ¡a rodar!
Es una de las cosas que más me cuesta hacer, de hecho cometo un error enseguida : salgo demasiado rápido, después de 1 km ya estoy sin aliento.
Pero no hay problema: bajo un poco el ritmo, recupero energía y empiezo a encontrar mi velocidad de crucero.
La velocidad o el ritmo, junto con las pausas para repostar (fuentes de agua y toma de geles), determinarán la media final, ya que no hay puntos de avituallamiento que los proporcionen.
Estoy utilizando esta media maratón para entrenar mi velocidad.
En realidad, mi objetivo es hacer un ultramaratón, que me encanta a diferencia de los medios maratones y las maratones, porque no es una carrera contra el tiempo, sino sobre la distancia.
Esto te permite seguir el mejor ritmo sin cansarte… ¿nunca?
Atravieso el centro de la ciudad, casi vacío, que me trae recuerdos del pasado: las escuelas en las que estudié, la plaza en la que me reunía con mis amigos y varias construcciones nuevas o renovadas a lo largo de los años.
Corro a lo largo de un río que atraviesa un pueblo vecino.
La naturaleza es espectacular y fluye como una película a mi izquierda, con pescadores y pájaros de todo tipo que, como dice Franco Battiato, crean trayectorias imperceptibles jugando a geometrías existenciales… ¡pura poesía!
Me encuentro con otros corredores y no oculto que estoy orgulloso de llevar un dorsal, ya que te hace estar erguido y orgulloso, aunque sea una carrera en solitario.
He recorrido la mitad de la distancia a los 20 km, siento que puedo aumentar mi velocidad media en los 10 km restantes, se acerca el punto de inflexión…
Intento hacerlo poco a poco, veo que puedo hacerlo cada vez más rápido sin exagerar bajo la media como esperaba.
Son momentos mágicos en los que el cuerpo te habla (en realidad siempre hay que escucharlo) y te da el OK para que mantengas un nuevo ritmo sostenido.
El camino, que es la verdadera razón de correr porque lo importante no es la meta ni el tiempo empleado, sino estar lo más conectado mentalmente posible con el terreno a través de los pies y las piernas, de repente se vuelve sin asfaltar.
Es una sensación diferente en el camino : las piernas agradecen no tener ya asfalto debajo y los pies empiezan a trabajar con todos los músculos que pueden para adaptarse a las variaciones que se avecinan.
Es como ponerle tracción a las cuatro ruedas a un coche : nuestro cuerpo es realmente una máquina maravillosa nacida para correr sin límites en todas partes, especialmente en plena naturaleza.
Correr siempre nos recuerda que hemos nacido para correr, cada uno a su manera, cada uno como puede.